miércoles, 1 de junio de 2011

Condena



Nunca sabrás dónde guardo tu calor,
ni el por qué de esas lágrimas
que arden en los surcos de las horas
y riegan las sombras que iluminan tu paso.
No me preguntes.
Mis respuestas se han perdido
vagando en tu memoria olvidada,
condenadas a vida perpetua e ignorada.
Esta noche se desliza lenta y no termina,
continuará sin permiso entretejiendo un velo negro,
sudario envolvente e infinito,
y es mortaja serena que te aleja.
Nunca sabrás por dónde o cuándo te fuiste.
Ni sabré cómo o por qué me recordaste .
Ahora más hiere encontrar
que buscar lo que no perdiste.
Es mi pena, y tu condena.

No hay comentarios:

Publicar un comentario