Apenas llega la luz al desierto
No hay voces que arrastren las dunas
El agua inunda los valles de la memoria
Pozos milenarios esperan la soga que estrangule su negrura
Rezuman aire espeso
Tragan las brumas del amanecer
Ahogados entre convulsiones
Los vientos se arrastran y mendigan arenas
Hunden sus dedos en mis ojos
Y ciega de presente
Caigo a horcajadas sobre el ayer
Arranco al galope polvareda muda de agua y sal
Los fósiles del silencio murmuran y
Brotan rosas al paso de los alacranes hacia poniente
Los intrusos que borraron el rastro de la mañana
Yacen moribundos entre las sábanas
Y sangran con cada estertor de la saeta implacable
Las cavernas que cobijaron fuegos y témpanos
Destilan dolientes la tintura de sus senos
Y aplacan el eco de la rompiente entre espumas y abismo
Jirones de cielo borran el vuelo de los cuervos
Auguran noches escarpadas
Traslucen abruptos las paredes de un sueño pesado
Trepanan cráneos blancos de los que huyen los gusanos
Alimentan al chacal con la carroña olvidada del mundo
(espejismo)
Apenas llega luz al desierto
Las primeras hebras de hierba reseca detienen la pretérita montura
Enredan sus fibras en mi cuello
Tejen una mordaza de viento y sal
Llueven exoesqueletos sobre los antiguos valles
Traen el rumor de la cristalina caligrafía que los trazó
Cubren el mapa de mi cuerpo exhausto
Con la obscenidad de sus brillos diminutos
Ayer es un instante de hoy
Una sirena duerme en el fondo del oasis
Gustav Klimt, Wasserschkangen (1904-1907) |