miércoles, 29 de enero de 2014

Yo, Preposiciones y Escaleras.




Yo, Preposiciones* y Escaleras**


Eran refugio las escaleras porque por ellas transitaba mi soledad. Allí yo era invisible, era estatua ni siquiera esquivada por los transeúntes. Yo allí no estaba.
Eran refugio, eran lugar que se dejaba sentir cuando empezaba a sentirme, espacios de percepción que permanecen en mi memoria sin orden, sin tiempo, flotando en el sordo eco del silencio.
Siguen sonándome a hueco los pasos en las escaleras.
Reviso luces, observo planos, ángulos, aristas, líneas dedálicas que absorben la atención... busco algo reconocible en los conglomerados, en la gradación tonal de las baldosas de cemento hidráulico o en la iterada geometría de los diseños en blanco y negro.
Y deslizo los dedos por la pátina abandonada de andares presurosos y silenciosos, huella de satén realzada con fregonas y lejías. Es ese el olor básico de las escaleras. Así me desinfectan las escaleras.

A las escaleras se las quiere porque comunican y exigen esfuerzo.

ANTE las escaleras... me paro, tomo aire, balanceo, respiro, calculo y vuelvo a respirar.

BAJO las escaleras no queda apenas luz, lugar o recuerdo.

CON las escaleras se aprehende el propio transitar, sus traspasos y direcciones, intersecciones, siempre arriba, o abajo, la posibilidad de arrellanarse y esperar,
                            esperar y seguir,
                     seguir y volver,
              volver y subir,
       subir y bajar.

CONTRA las escaleras... parar y morir.

DE las escaleras peldaños, barandas, muros, huecos encaracolados, ventanas, balaustres, pasamanos, de todo y para todos.

DESDE las escaleras escucho, observo, ensayo el discernimiento, el entendimiento, río, lloro.

EN las escaleras me relajo, pienso, me escondo, me distraigo, me cosuelo de mí misma y del resto.

ENTRE las escaleras pasillos... oscuros, luminosos, transitados, solitarios.                          Pasillos.

HACIA las escaleras una carrera de pasos sordos,
                                   esquivar la atención ajena,
                                   prestidigitación en el recodo,
                                   huída a una cueva en la que hibernar a la luz de diciembre.

HASTA las escaleras         ansiedad,         prisa,         taquicardia de palabras,         frío en las venas,    calor en los huesos.

PARA las escaleras... nada. Respeto. Silencio.

POR las escaleras a rastras de los sentidos y voces, jadeos y fatigas, mi reino por las escaleras.

SEGUN las escaleras cansancio, dolor de inarticulaciones, mareo y vértigo, carreras, alegrías, tropiezos, rodar.

SIN las escaleras abandono, miedo, templo de pasado, oscuridad de futuro, temblor de presente.

SO las escaleras: adivinanzas taconeadas, poemas ritmados, melodías de allegro ma non tropo, diminuendo, o forte in crescendo.

SOBRE las escaleras la sinfonía inacabada.

TRAS las escaleras... yo.






[*Preposición: Palabra invariable que introduce elementos nominales u oraciones subordinadas sustantivas haciéndolos depender de alguna palabra anterior. Varias de ellas coinciden en su forma con prefijos.

**Escalera: construcción diseñada para comunicar espacios situados a diferentes alturas.]


2 comentarios:

  1. La vida es un continuo subir de escaleras, todos los días subimos peldaños, si un día bajamos uno al día siguiente hemos de subir dos, cuando dejamos de subir estamos muertos...
    Me gusta como escribes...
    Sigue.

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  2. ...así es. Que no nos falten peldaños. Gracias por leerme con tan buenos ojos.

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