Estoy
despierta, a salvo
entre
el negro café de tus pupilas dilatadas
y el
abismo de la boca que sólo escupe
un
interrogante.
Escucho
tu laberinto de palabras mudas
huyo
de los muros de tu nombre...
Son
alargadas las sombras
de
estas grietas.
Y
miro las horas, esculpen
el
pulso bajo la piel
con
prisa de aprendiz impaciente,
acallan
la risa.
Han
caído las últimas luces
han
muerto, ahogadas por las tinieblas del día.
Y
sigo despierta
enredada
en tu voz.
.